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Derrame ocular- ¿Qué es?

Una de las patologías oculares que se presenta con relativa frecuencia es el derrame ocular. Clínicamente, se caracteriza por ser una hemorragia desarrollada de forma externa a la pupila, en lo blanco del ojo, entre la esclera y la conjuntiva y se extiende mucho, siendo muy llamativa por el fuerte contraste del rojo de la sangre sobre el blanco del ojo.

Esta extravasación de sangre, es la manifestación de la rotura de uno de las pequeños capilares que existen en la superficie del ojo. Se trata de una lesión plana, que apenas genera ninguna elevación de la conjuntiva.

Este derrame se denomina también herromagia subconjuntival dada la zona en la que se produce, y también bien por su nombre técnico: hiposfagma.

Causas del derrame ocular

Es necesario que se rompa un capilar que la sangre salga fuera y ver el derrame, pero no hay una causa concreta para que se rompa el capilar, diferentes motivos pueden contribuir para que se produzca, y en la mayoría de las ocasiones no se evidencia ninguno.

Uno de los motivos más prevalentes es el aumento de la presión arterial la que puede romper un capilar muy fino. Este incremento de la presión arterial generalmente es agudo. Ocurre en personas que tienen un problema crónico de presión arterial elevada y en un momento determinado se eleva mucho mas.

Otro motivo es que aumente la presión venosa, y esto ocurre simplemente en un estornudo, tosiendo con fuerza. Durante el estornudo se comprimen los músculos costales, la presión torácica aumenta mucho para que el aire salga de golpe, pero mientras la presión  torácica está elevada, el retorno venoso al corazón está dificultado, se acumula mucha sangre en las venas de los pequeños capilares y uno de estos capilares puede romper. Es una situación momentánea de pocos segundos que puede ser la causa de un hiposfagma.

Presión intraocular y derrames oculares

La presión intraocular no tiene nada que ver con los derrames oculares.

Otro motivo de hemorragia subcinjuntival  es un traumatismo en la zona. Al producirse un golpe, por flojo o suave que parezca, los pequeños capilares que se encargan de la irrigación del ojo pueden verse dañados y uno o mas romperse y extravasar cierta cantidad de sangre. Si el traumatismo es importante, podemos tener una hemorragia subconjuntival importante, de gran tamaño.

En un traumatismo grave el ojo puede está roto, y lo que vemos por fuera también es una hemorragia subconjuntival. En cualquier situación de traumatismo grave o ante la posibilidad de que un cuerpo extraño haya podido impactar y romper el globo ocular, es imprescindible que un oftalmólogo examine cuidadosamente el globo ocular, porque en estos casos la hemorragia subconjuntival, puede esconder algo mucho más grave por detrás, la rotura del ojo. Esto es un situación que precisa de una intervención quirúrgica de urgencia.

Por el mismo mecanismo que el traumatismo, frotarse los ojos con una cierta fuerza puede elongar capilares y generar la rotura de alguno de ellos.

El tratamiento con  anticoagulantes o antiagregantes (sintron, heparina, aspirina, plavix…) hace que la sangre esté más fluida y predispone también a derrames oculares con mayor frecuencia.

La conjuntivitis sobre todo si está originada por una infección por virus con mucha frecuencia genera hemorragia subconjuntival.

Históricamente se ha relacionado la hemorragia subconjuntival a ciertas patologías sistémicas. La  diabetes mellitus, la anemia o la hipertensión arterial facilitan que los hiposfagmas aparezcan con más frecuencia. Otras patologías, también relacionadas, pero con un vínculo menos fuerte, son la hipercolesterolemia, la obesidad, el sedentarismo, el  tabaquismo y algunas patologías cardíacas.

Síntomas que provoca en el paciente

Lo más común es que el paciente no tenga ningún tipo de sintomatología ocular relacionada con el derrame. La presencia de la hemorragia en el ojo será el signo de alerta del derrame, pero no hay otro tipo de síntomas acompañantes.

Por ello, en la mayoría de los casos, el derrame ocular pasa desapercibido para muchos.  Generalmente se descubre al mirarse en el espejo, o bien porque alguien le comenta que tiene una mancha roja en el ojo.

Solo en los casos más graves, en hemorragias subconjuntivales extensas, que se elevan 1 o mas milmetros por encima de la superficie del ojo, se pueden notar ciertas molestias, sensación de tener algo “metido dentro del ojo”..

Tratamiento médico para el derrame ocular

No existe un tratamiento médico dirigido a eliminar el derrame ocular. Esta patología tiene un curso inocuo, no dañino para el paciente y generalmente cursa sin sintomatología. Por ello, lo más adecuado es dejar pasar el tiempo hasta que se reabsorba la hemorragia subconjuntival. Pasados unos días, no quedará ni rastro del hiposfagma en la conjuntiva. Esto ocure en un periodo de aproximadamente 8 a 10 días, en los  que podemos observar como la mancha roja de sangre, va virando a otros colores, y al final desaparece.

En caso de que los derrames oculares aparezcan con cierta frecuencia, tarden demasiados días en desaparecer, o se acompañen de ligeras molestias, es recomendable estudiar el caso, acudir a un oftalmólogo y probablemente éste le derive después a otro especialista que le haga un chequeo  general.

Igualmente, destacar que, aunque sea un número muy limitado de casos, los pacientes que sientan molestias porque la hemorragia es abundante, está elevada sobre el globo ocular y notan sensación de “roce”  pueden recibir tratamiento médico simplemente para aliviar esos síntomas. Se trata de gotas de aplicación tópica. A pesar del tratamiento, los plazos de eliminación del derrame seguirán el mismo curso.

Conclusiones

No te alertes al ver que en tu ojo hay una lesión compatible con un derrame ocular. Como has podido leer, se trata de una lesión inocua, muy frecuente, que casi siempre ocurre de forma espontanea y que no tiene nada que ver con problemas del ojo y generalmente tampoco está relacionada con problemas de tensión arterial u otras enfermedades.

Procura recordar si se ha producido algún traumatismo suave, si se ha estado constipado tosiendo con frecuencia o con fuerza. De todas formas lo habitual es que no se  encuentre el motivo, y  si no se repite, no es necesario darle muchas vueltas.