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¿Cómo afecta el estrés a la visión?

Un problema familiar, esa reunión que no se te va de la cabeza, el examen que tienes que hacer dentro de poco, la lista de tareas pendientes encima de tu mesa, la cita con el médico a la que no sabes si te va a dar tiempo a llegar, …  Vivimos en un mundo rápido, que no nos permite desconectar y relajarnos.

Como consecuencia, los nervios, la ansiedad y el malestar se apoderan de nosotros como síntomas inequívocos del estrés al que estamos sometidos. El problema es que el estrés no sólo se lleva por dentro, hay veces que también se manifiesta por fuera en un intento de captar nuestra atención para que frenemos nuestro modo de vida.

¿Alguna vez has notado que uno de tus párpados tiembla sin parar? Seguramente te habrás preocupado y habrás acudido al oftalmólogo por si te pasaba algo. Si no lo has hecho, no te preocupes, ya que este tic involuntario se produce principalmente por estrés y, mientras que el temblor palpebral aparece y desaparece a los pocos días, existen otras alteraciones oculares secundarias al estrés que podrían tener mayores consecuencias.

Alteraciones oculares secundarias al estrés

Coiroiditis serosa central

Es la alteración ocular más grave asociada al estrés. Se produce porque se filtra líquido debajo de la mácula, que es la zona de la retina con la que alcanzamos nuestra máxima visión. Como consecuencia, la persona nota una macha fija central que disminuye su visión en un ojo, o en los dos.

La resolución es espontánea y progresiva en el tiempo, por lo que no suele existir un tratamiento específico. No obstante, es importante que la evolución sea controlada por un oftalmólogo ya que si existen complicaciones podrían quedar secuelas visuales permanentes.

Fatiga ocular

En muchas ocasiones el estrés y la ansiedad son la consecuencia, o el resultado, de muchas horas de trabajo delante de un ordenador.

El uso indiscriminado de pantallas digitales (ordenador, móvil tableta) favorece la aparición de molestias oculares inespecíficas como picor, escozor, sensación de arenilla, visión borrosa o dificultad en el enfoque, entre otras. Todas estas molestias se engloban dentro de la fatiga ocular.

Realizar descansos para cambiar el enfoque y lubricar el ojo (ya sea parpadeando más o utilizando lágrimas artificiales) puede aliviar esta sintomatología en la mayoría de los casos.

Blefaritis por estrés

Ésta es una inflamación del borde del parpado que induce picor, quemazón, sensación de arenilla, enrojecimiento e incluso visión borrosa, llegando a ser muy molesta. Al igual que la fatiga ocular, es asociada con la sequedad ocular y puede agravarse con el uso continuado de pantallas electrónicas u otras complicaciones.

Existen otras alteraciones que pueden favorecer que la blefaritis por estrés se intensifique como otro tipo de patologías de la piel (como el acné rosácea o la dermatitis seborreica), las infecciones bacterianas, los parásitos o la disfunción de las glándulas de meibomio.

En los casos más graves, el acúmulo de bacterias en borde del párpado hace que la inflamación palpebral esté acompañada por un enrojecimiento importante de la zona, la aparición de escamas en la base de las pestañas, la pérdida parcial o total de las pestañas, legañas y lagrimeo.  Cuando mayor sea la gravedad de la afección, mayores serán los síntomas.

El tratamiento de la blefaritis dependerá de la causa, y siempre debe prescribirlo un oftalmólogo. No obstante, las recomendaciones generales se basan en aplicar calor y limpiar los párpados con productos específicos.

Recomendaciones generales para una correcta higiene palpebral

En primer lugar, se debe intentar eliminar los restos de grasa que obstruyan las glándulas de meibomio. Para ello, aplicaremos calor local en la zona para diluir ese exceso de grasa. Lo ideal es lavarnos primero las manos y la cara con agua templada para dejar, después, una gasa templada sobre la zona durante unos minutos. Acto seguido, frotaremos con un suave masaje la base de las pestañas para eliminar el exceso de grasa.

Una vez eliminado el exceso de grasa, se debe limpiar el parpado con el producto indicado por su oftalmólogo. Por norma, existen en el mercado toallitas específicas para este fin que van impregnadas del productor limpiador. En su defecto, se puede utilizar un bastoncillo impregnado en jabón de pH neutro (como el jabón para bebés) diluido en agua tibia. Para realizar esta limpieza, debemos lavarnos nuevamente las manos y la cara para después aplicar, con cuidado, el producto limpiador en el borde del párpado y las pestañas. Intenta que no entre el producto limpiador dentro del ojo porque te podría molestar. Al finalizar, lava los parpados con agua tibia para eliminar el exceso de jabón. Esta limpieza, la puedes repetir tantas veces como creas necesario, utilizando siempre un bastoncillo o toallita nueva.