Podemos definir la retinografía como aquella prueba diagnóstica que, mediante la utilización de un instrumento óptico especial denominado retinógrafo, permite realizar fotografías en color de la retina o fondo de ojo.

Esta técnica proporciona una información muy valiosa sobre el estado de la retina y de hecho, tiene como objetivo estudiar la circulación sanguínea, tanto de la retina como de la parte inicial del nervio óptico que se detecta en el fondo de ojo y registrar cualquier posible cambio o anomalía en los mismos.

baja visión

Para que todo ello sea posible, el retinógrafo lleva acoplada una cámara de alta tecnología y se halla conectado a un ordenador, de forma que las imágenes grabadas se almacenan digitalmente y es posible realizar un estudio comparativo de las diferentes retinografías, tomadas en distinta fecha y valorar, así, la evolución de la enfermedad en el paciente.

En resumen la retinografía es una fotografía de una zona de la retina que tiene que ser evaluada por un oftalmólogo, preferentemente especialista en retina para dar un diagnóstico o determinar si son necesarias más pruebas para llegar a ese diagnóstico. También puede ser usada para documentar objetivamente la progresión de una lesión y en caso de enfermedades muy prevalentes como la diabetes se usa como valoración inicial para descartar más evaluaciones en pacientes sanos ya que sería muy costoso evaluar a toda la población diabética realizando un fondo de ojo por el oftalmologo.

UTILIDAD DE LA RETINOGRAFÍA

En el ámbito de la oftalmología hay determinadas patologías oculares que, en sus inicios, permanecen asintomáticas y sin embargo, es frecuente que una vez que los síntomas dan la cara, ya sea demasiado tarde y el deterioro o pérdida de visión resulte irreversible.

Por este motivo, la retinografía se revela como una herramienta fundamental en la detección precoz y seguimiento de este tipo de enfermedades, ya que las sucesivas fotografías de la retina o fondo de ojo muestran los cambios patológicos que puedan producirse antes de que comiencen a manifestarse los síntomas del curso de la enfermedad.

Y si estas lesiones o alteraciones se descubren y tratan a tiempo, el pronóstico puede resultar mucho más favorable.

Entre las enfermedades para las que la retinografía resulta ser especialmente útil podemos destacar, entre otras, las siguientes:

  • como prueba de cribado de: retinopatía diabética, edema macular diabético y glaucoma
  • en el seguimiento de lesiones retinianas como: nevus
  • asimismo, está indicada para aquellos pacientes de riesgo por razón de edad (a partir de los 50 años) o con antecedentes familiares de patología ocular

En ningún caso la retinografía supera la capacidad diagnóstica de un fondo de ojo realizado por un oftalmologo especialista en retina y siempre tiene que ir asociada a un informe del especialista.

PROCEDIMIENTO PARA EFECTUAR LA RETINOGRAFÍA

La retinografía es una prueba muy sencilla, rápida, cómoda, eficaz y segura. Además es absolutamente indolora, ya que no precisa de anestesia.

Tampoco es necesario que el paciente realice ninguna preparación previa, tan solo, en algunos casos, se le administrará un colirio para dilatar las pupilas y obtener así imágenes de buena calidad, si bien hoy día hay retinógrafos que no precisan de dilatación de la pupila (retinógrafos no midriáticos).

Una vez dilatadas las pupilas, se procederá a tomar varias fotografías de la retina de cada ojo.

Dado que las pupilas pueden permanecer dilatadas durante varias horas o incluso hasta el día siguiente, se recomienda al paciente que no conduzca y que utilice gafas de sol para minimizar los efectos de la dilatación pupilar como pueden ser visión borrosa, dificultad para enfocar y deslumbramiento ante luz intensa.

Con los retinógrafos clásicos se obtienen imágenes de la retina central pero también existen retinógrafos denominados “de campo amplio” que permiten fotografiar la zona periférica de la retina.

Por lo general, todo este procedimiento dura unos 30 minutos y en un plazo de 48 horas, es posible disponer de un informe sobre el estado de la retina emitido por el especialista.

Por consiguiente, podemos concluir que la retinografía es una técnica absolutamente eficaz para prevenir, diagnosticar y en consecuencia, poder tratar precozmente cualquier daño o lesión de la retina y nervio óptico que pueda derivar, si no se detecta a tiempo, en una pérdida de visión irremediable.